PRIMERO LO PRIMERO
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José Ignacio Zapata,
Director general del Instituto Roosevelt
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Un mejor modelo de servicio en salud en Colombia necesariamente pasa por un mejoramiento urgente de la atención primaria. El Modelo Integral de Atención en Salud (Mias), del Ministerio de Salud, hace referencia a elementos claves al respecto, relacionados tanto con la infraestructura y la logistíca, como con las características del personal médico a cargo de este nivel de atención.
En primera instancia, plantea la regulación de nuevas rutas
integrales de atención y la consolidación de redes integrales de prestadores de
servicios con el fin de evitar varios de los problemas que tiene actualmente el
sistema: no hay prevención, no es claro ni efectivo el servicio primario y, por
lo tanto, todos los pacientes terminan necesitando o queriendo una atención
especializada.
Si
efectivamente se logra mejorar la prevención y la atención oportuna a través de
las rutas y redes de servicio, es previsible que disminuya por ejemplo, el
número de pacientes con una afección respiratoria leve buscando atención de
urgencias en hospitales de alta complejidad. Este sería un excelente primer
paso.
El
Mias también propone fortalecer el recurso humano lo cual, analizando el perfil de los médicos y su
función actual dentro del sistema, pareciera ser incluso más relevante que el
tema de infraestructura. La atención en salud es el resultado de una buena
relación entre el paciente y el médico. Si se trata efectivamente de poner
primero lo primero, es fundamental transformar el rol de los profesionales de
la salud de cara a la calidad del contacto que se crea en el primer nivel.
En
la actualidad, el médico general funciona como un policía de tránsito. El
policía, está ahí para atender una situación pero lo único que puede hacer para
solucionarla es dirigir el tráfico hacia donde tenga más ‘chance’ de fluir mejor.
Eso mismo hacen los médicos generales, atienden pero no resuelven, identifican el
problema pero delegan su solución hacia un especialista. Este rol resulta en
una mala experiencia para el paciente, quien no recibe una solución en un
primer contacto y, se convierte en una fuente de profunda desmotivación para
los médicos que no encuentran cómo ejercer a este nivel su profesión.
Lograr
que más médicos se dediquen orgullosamente a la promoción y prevención y que la
infraestructura se establezca de tal forma que puedan dar soluciones en la
atención primaria, desencadenará que estos profesionales ganen capacidad de
gestión resolutiva, compromiso y efectividad.
Es entonces
responsabilidad de las universidades y de los hospitales universitarios
capacitar mejor a los estudiantes en ese rol de médico general para que sean capaces y se
empoderen de resolver la mayoría de las necesidades primarias en salud que
tiene la población colombiana. En la práctica, el médico general está llamado a
resolver entre el 80 y 90 por ciento de las atenciones que demandan los
ciudadanos.
En ese fortalecimiento
del talento humano, es clave romper el paradigma que los mismos formadores nos
hemos encargado de crear, según el cual enfocamos a nuestros estudiantes a que
el éxito y el ascenso de un médico significa ser un especialista y no un buen
médico general.
Ese paradigma solo se
supera si el médico general puede tener la expectativa de vivir comodamente de
su remuneración. Esto implica replantear la compensación de los médicos
generales para encontrar la manera de que no solamente retribuya el valor que
pueden crear sino que a la vez sea atractiva para los profesionales. .
Precisamente otro componente
destacado del Mias, la redefinición del esquema de incentivos, atiende
directamente esta necesidad. Es fundamental trasnformar la evaluación de los
desenlaces en e sistema con indicadores que midan salud y no en términos de enfermedades
atendidas. Ejemplos de estos indicadores son: cuántas madres embarazadas tienen
los controles y vacunas prenatales necesarios y, en consecuencia, cuantos nacimientos
se registran de niños sanos y sin complicaciones. Estas son responsabilidades
de un buen médico general actuando dentro de una red bien estructurada.
Si a ese médico general
le va bien, al paciente y al sistema también y ese círculo virtuoso debe
incentivarse. Los potenciales ahorros generados de una buena atención primaria
deberían y podrían ser orientados a incrementar los ingresos de esos médicos
generales quienes verían reconocido su rol de evitar el incremento de
solicitudes de servicios de mayor complejidad.
Lo
que se promueve es una infraestructura que trabaje en red para ser más
eficiente en ese primer nivel, acompañada de una mejor preparación del personal de salud, y
un sistema que reconoce a través de indicadores y de una mejor remuneración el
éxito en la atención primaria. Este
modelo parece ser una buena receta para
organizar prioridades y al mismo tiempo generar beneficios y bienestar a los
pacientes, atendiendo adecuadamente y a tiempo sus necesidades de salud más
básicas.
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