¿CÓMO ACTIVAR SU POTENCIAL DE PAZ?
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Desde Barcelona y pocos días antes de su llegada a
Colombia para participar como invitado especial en el II Congreso Internacional EDIFICAR LA PAZ EN
EL SIGLO XXI, organizado por la Universidad de La Salle en la sede chapinero de
la institución en Bogotá, Palau, no sólo hace un llamado a lo que él llama,
“activar el potencial de paz”, que bien podría resumirse en ponerse la meta
personal de vivir cada día de una forma
consiente, sino que entrega instrucciones precisas de cómo lograrlo.
“Todos hemos experimentado lo rápido que se puede
destruir algo: una vida, una familia, una cosecha, una empresa. También hemos
experimentado que construir requiere de tiempo, dedicación diaria y energía: un
proceso de cultivo que, paso a paso, conduce a la obtención de frutos sabrosos.
Si cada día fuéramos conscientes de la potencia que tenemos, individual y
colectivamente, para crear condiciones armónicas en nuestro alrededor
seguramente actuaríamos de otra manera”, explica Palau.
Cuándo se le pregunta cuál es la mayor utilidad de
“activar el potencial de paz”, dice que: “Todas las filosofías y
espiritualidades del mundo explican que no es efectivo luchar contra la
oscuridad para erradicarla; basta con encender una pequeña luz para que una
estancia resulte iluminada. Así que cada uno de nosotros puedo decidir cómo hace
realidad ese haz de luz, aún en las estancias más oscuras que encuentre”.
Hay un tema en que este mediador y consultor en
resolución pacífica de conflictos es enfático y se trata de la relación entre
las palabras y las acciones. Para explicarlo dice que: “mis palabras y acciones
de cada día tienen origen en mi estado mental y mi actitud. Nadie más que yo
decide cómo respondo frente a los ataques o agresiones de los demás. Puedo
seguir la dinámica agresiva con la que alguien se acerca a mí y reaccionar de
la misma manera, añadiendo más leña al fuego, o puedo distanciarme un momento y
responder indagando qué motiva la agresión o enfado”.
Justamente basado en lo anterior, el español
asegura que “la violencia –mía o de los otros- siempre revela que hay algo que
no está bien, a nivel interpersonal, cultural o estructural. La violencia no es
más que una manifestación de impotencia y/o miedo de no conseguir algo con la
relación o el diálogo”.
Palau es uno de los 7 expertos nacionales e
internacionales que durante cerca de un año han trabajado en el tema Cultura de
la Paz para presentar sus conclusiones en el Congreso organizado por La
Salle. Jordi Palou afirma que cuando se
habla de cultura, se está haciendo con relación a los orígenes de la tierra, de
la agricultura, del aprendizaje, de la tierra labrada, del ritmo de la
naturaleza y los ritmos y procesos que todos los humanos desarrollan en
relación a ellos. Hablar de cultura de paz implica retomar esas fuentes,
teniendo en cuenta que un cambio en la forma como nos relacionamos con el
entorno, y de cómo pensamos, es análogo a los procesos de cambio cultural. Las
dinámicas que se ponen en juego, deberían estar conectadas con esta dinámica
natural para construir un “jardín de paz”.
Palou resalta el coraje y la valentía de Colombia,
al tiempo que destaca las diferentes vías de justicia transicional que ayudan a
ir construyendo el proceso de paz en medio del conflicto y asegura que por la
vía de las memorias -en plural- se puede establecer la verdad sobre el
conflicto, además de contribuir a la sustitución del concepto víctima por el de
testimonio o testigo para no invisibilizar al individuo que ha vivido y sufrido
la violencia.
Sobre el eje: Cultura de la
paz
Este es uno de los cinco
ejes temáticos del II Congreso Internacional Edificar la Paz en el Siglo XXI.
Este eje quiere entregar
una línea de reflexión para lograr una
cultura de la paz, sostenible en el tiempo y también presenta elementos considerados claves fundamentales en
la construcción de una cultura de paz. Dichos elementos son: El lenguaje que
transmite cultura; las ciudadanías entendidas no como individualidades, sino
como un cúmulo de características personales, colectivas y diversas; la
institucionalidad política tanto nacional como regional, los medios de
comunicación y educación como procesos e instituciones sociales que juegan un
papel crucial en esta transformación.
Y presenta la consecución
de esta “Cultura de Paz” como un doble reto, tanto político como pedagógico que
se resume en la construcción de ciudadanías concretas, donde radica la mayor
fuerza de este marco propositivo. En ese sentido, la expresión enfatiza en la
pluralidad de los procesos sociales de acuerdo con los actores implicados y
aparece como resultado de un triple proceso de transformación, de
subjetividades, imaginarios y estructuras. Finalmente, se señalan algunas
capacidades y prácticas necesarias en este ejercicio ciudadano, que se espera
transiten en los diversos escenarios que van desde la escuela y los medios de
comunicación, hasta las empresas y los gobiernos locales, sin restringirse de
forma a exclusiva a alguno de estos; en otras palabras, se plantea la
superación de una visión fragmentada en reconocimiento de que si bien el reto
político vincula la transformación de condiciones sociales, no puede
restringirse únicamente a las instituciones gubernamentales, tanto como el
hecho de que el reto pedagógico, vinculado a la transformación de voluntad y
disposiciones personales, no es únicamente escolar sino que remite a escenarios
como los medios y las redes sociales.
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