EVITE IMPRUDENCIAS Y MALOS MOMENTOS POR SUBESTIMAR
EL LENGUAJE NO VERBAL
Si hay algo que todos tenemos claro en el escenario
personal es que el ser humano no sólo se comunica con palabras y que el
lenguaje verbal puede llegar a ser más contundente que una frase. Pero, a veces,
esta verdad de fácil comprobación nos juega malas pasadas en el escenario laboral.
Nelson Andrés Molina Roa, docente de La Universidad de La Salle, entrega las
siguientes recomendaciones para evitar imprudencias y malos momentos por
subestimar el impacto del lenguaje no verbal.
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Nelson Andrés Molina |
“En la vida cotidiana hay múltiples situaciones.
Por ejemplo, al observar de lejos a dos personas hablando, los giros del cuerpo,
las señales de aprobación o desaprobación con la cabeza y el cuerpo, la danza
de las manos, el cruce de brazos y de piernas, las miradas fijas o distraídas, la
distancia entre ellos que puede ser lejana o cercana, los ceños fruncidos, la
dirección de los pies, el vestuario que cada cual luce, son en conjunto
elementos que aún sin escuchar la conversación nos dan información del ambiente
que se está viviendo y de los interlocutores. Pero aún hay más, si nos acercamos
a los conversadores, sin que ellos lo noten para que no alteren su
comportamiento, podríamos observar sutilezas comunicativas: un pequeño guiño
del ojo, una rápida sonrisa coqueta que cambia el sentido de la conversación,
un tic nervioso casi imperceptible, silencios, suspiros, la musicalidad de la
voz, el tono grave o agudo con que se afirma o se pregunta algo, la actitud
cálida, amable, engreída o dura con la que se esté hablando. Este pequeño
ejemplo nos muestra la cantidad de elementos que intervienen y que constituyen
el lenguaje no verbal”, explica Molina.