EVITE IMPRUDENCIAS Y MALOS MOMENTOS POR SUBESTIMAR
EL LENGUAJE NO VERBAL
Si hay algo que todos tenemos claro en el escenario
personal es que el ser humano no sólo se comunica con palabras y que el
lenguaje verbal puede llegar a ser más contundente que una frase. Pero, a veces,
esta verdad de fácil comprobación nos juega malas pasadas en el escenario laboral.
Nelson Andrés Molina Roa, docente de La Universidad de La Salle, entrega las
siguientes recomendaciones para evitar imprudencias y malos momentos por
subestimar el impacto del lenguaje no verbal.
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Nelson Andrés Molina |
“En la vida cotidiana hay múltiples situaciones.
Por ejemplo, al observar de lejos a dos personas hablando, los giros del cuerpo,
las señales de aprobación o desaprobación con la cabeza y el cuerpo, la danza
de las manos, el cruce de brazos y de piernas, las miradas fijas o distraídas, la
distancia entre ellos que puede ser lejana o cercana, los ceños fruncidos, la
dirección de los pies, el vestuario que cada cual luce, son en conjunto
elementos que aún sin escuchar la conversación nos dan información del ambiente
que se está viviendo y de los interlocutores. Pero aún hay más, si nos acercamos
a los conversadores, sin que ellos lo noten para que no alteren su
comportamiento, podríamos observar sutilezas comunicativas: un pequeño guiño
del ojo, una rápida sonrisa coqueta que cambia el sentido de la conversación,
un tic nervioso casi imperceptible, silencios, suspiros, la musicalidad de la
voz, el tono grave o agudo con que se afirma o se pregunta algo, la actitud
cálida, amable, engreída o dura con la que se esté hablando. Este pequeño
ejemplo nos muestra la cantidad de elementos que intervienen y que constituyen
el lenguaje no verbal”, explica Molina.
Charlotte Wolf, experta en el tema, afirma que del
100% de la información que llega al cerebro de un hablante durante una charla,
apenas el 30% corresponde a información adquirida gracias a códigos verbales.
Esto significa que la impresión y los juicios que cada interlocutor tiene del
otro, así como, las decisiones que se tomen respecto al objetivo del encuentro,
dependen en un 70% de lo que mutuamente se dijeron sin palabras a través de un
complejo, pero asequible sistema de comunicación que se comprende consciente e
inconscientemente y el cual antropólogos, psicólogos y lingüistas, entre otros,
han estudiado sesudamente.
Como dijo Bakhtin (1982) “el lenguaje no verbal es
un componente trascendental dentro del sistema de relaciones comunicativas
humanas”, tanto así, que “para los productores de cine, televisión y video
juegos, como para los gestores de anuncios
publicitarios y asesores
políticos, ya se ha dado por sentado que a la hora de persuadir al público la
imagen prima sobre la palabra”, Knapp (1999).
Las empresas no escapan de esta realidad. Por
ejemplo, durante el proceso de entrevistas para reclutamiento de personal, los
psicólogos laborales de la empresa y demás encargados de la selección de
personal, están consciente o inconscientemente pendientes del lenguaje no
verbal del entrevistado. Tan importante es ese aspecto que hoy día existen
diversos libros y páginas web que aconsejan al entrevistado como poner todo a
su favor.
“Las indicaciones más usadas son dejar las manos
abiertas como señal de que no se esconde nada, la pierna derecha cruzada sobre
la izquierda significando que la formalidad prima sobre la informalidad, para
los hombres usar traje de corbata que neutraliza cualquier lectura de las
tendencias personales y por supuesto una sonrisa natural”, agrega Molina.
Una vez vinculada laboralmente la persona, el
correcto desarrollo de los procesos, las rutinas y el trabajo en equipo se ven
favorecidos cuando un claro código basado en el lenguaje no verbal remplaza las
palabras: inicien es inicien, cierre es cierre; un gesto enfático puede
anunciar cuando detenerse y volver a empezar.
La convivencia y un excelente clima laboral en la
empresa también dependen de conocer los primitivos comportamientos humanos que
se reflejan en el lenguaje no verbal: comer, celebrar, luchar juntos y competir
hacen parte del entorno laboral. “Si se le permite al empleado construir un
nido, hacer su lugar usando fotos, adornos u otros objetos, es probable que se
sienta seguro en la empresa. Pero, si se le obliga a permanecer en un lugar
impersonal perderá sentido de
pertenencia. Del mismo modo, se evitarían problemas entre los colaboradores, si
estos comprenden que, entre otras cosas, el invadir los nidos ajenos-
tocándolos o poniendo objetos allí- causa enojos.
Finalmente, hoy
día, las negociaciones y alianzas estratégicas con agentes externos-
incluso si estas se dan virtualmente, vía skype, por ejemplo- dependen, muchas
veces, más de la confianza, seguridad y actitud que se transmita, que de los
mismos argumentos. En este sentido, dominar el lenguaje no verbal para no dar señales
contradictorias durante una negociación no sólo es importante, es urgente”,
señala Molina.
Un buen manejo del lenguaje verbal no es asunto de
replicar los gestos sugeridos en las páginas o los de alguien que usted admire
pues esto parecería sobreactuado. El uso asertivo de los gestos se debe aprender,
tal como ocurre con los idiomas, valorando el contexto, las dinámicas sociales y
la propia personalidad. Aprender y repetir gestos sugeridos sin entender estas
dinámicas es igual a aprender frases dispersas de un idioma y pretender que funcionen como medio efectivo
de comunicación.
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