martes, 2 de junio de 2020

TRATAMIENTO CON PLASMA, UNA ESPERANZA PARA LA COVID-19

ü  El Doctor Juan-Manuel Anaya, de la Clínica del Occidente, es el investigador principal del grupo interdisciplinario de médicos, epidemiólogos y biólogos, que estudia el tratamiento con plasma como una alternativa que podría ser la cura para personas con COVID-19. 
ü  Las personas que padezcan la enfermedad, pero no estén en un estado crítico, serían los pacientes a los cuales se les realizaría el tratamiento.
ü  De ser exitosa la investigación y de comprobarse su efectividad, se reduciría el número de personas en las unidades de cuidados intensivos y facilitaría la reincorporación laboral.

El tratamiento con plasma de convalecientes para pacientes con COVID-19 es el más esperanzador de todos los que se investigan actualmente”. Así lo señalan los doctores Juan-Manuel Anaya, Rubén Mantilla y Yhojan Rodríguez, de la Clínica del Occidente, que hacen parte de un grupo interdisciplinario conformado por investigadores del Centro de Estudio de Enfermedades Autoinmunes (CREA) de la Universidad del Rosario en Bogotá; de la Universidad CES de Medellín, del Instituto Distrital de Ciencia, Biotecnología e Innovación en Salud (IDCBIS), de Bogotá; de la Fundación Universitaria de Ciencias de la Salud (FUCS); y de Servicios y Asesoría en Infectología, de Bogotá, que estudian el tratamiento con plasma para pacientes con COVID-19.


¿Cómo se llevará a cabo el estudio?
De acuerdo con el doctor Anaya, para comprobar el éxito del tratamiento, se tendrá que tratar a un grupo de 90 pacientes para poder hacer un análisis correcto. “Se trata de un estudio controlado, es decir compararemos la eficacia del plasma de convalecientes contra otro tratamiento. Así sabremos si en realidad es útil o no. En el laboratorio evaluaremos la respuesta inmune de todos los pacientes”, afirma Anaya.

En este sentido, los donantes de plasma deberán ser pacientes recuperados de COVID-19 que, luego de 14 días de haber sido curados, quieran participar voluntariamente y tengan dos pruebas moleculares negativas para Coronavirus. “Es importante destacar que el donante no puede ser portador del virus pues si bien todos los pacientes generan anticuerpos, no pueden tener la enfermedad activa para participar del ensayo clínico”, explica el doctor Anaya.

En cuanto al perfil del receptor del tratamiento este debe ser un paciente con COVID-19, mayor de 18 años y menor de 60, sin enfermedad adicional y que esté hospitalizado, pero no en unidad de cuidados intensivos. Su participación en el estudio debe ser voluntaria. “En función de los resultados el Ministerio de Salud y Protección Social podría optar por hacer una recomendación, bien a favor o en contra. El grupo PC-COVID-19 ha insistido en que esta iniciativa debe ser nacional, institucional y pública. Es decir, gratuita”, concluye el doctor Anaya.

¿Qué pasa con los anticuerpos, conocidos también como “defensas”?
Investigaciones recientes han mostrado que los pacientes que se recuperan desarrollan anticuerpos que tienen la capacidad de neutralizar el virus y controlar la respuesta inmune exagerada que presentan los pacientes en etapas activas de la enfermedad.  Por esta razón se ha considerado que tomar el plasma de los pacientes recuperados, llamados convalecientes, sería una alternativa para tratar a los pacientes todavía enfermos.

Este no es un tratamiento nuevo, fue utilizado previamente para luchar contra la gripe española en 1918 y contra otras enfermedades infecciosas. Lo original de nuestra propuesta es la utilización del plasma en pacientes que estén hospitalizados pero no críticamente enfermos. Es decir, utilizar el plasma tempranamente, con la esperanza de que los pacientes se recuperen sin tener secuelas de la enfermedad o evitarles que progresen e ingresen a cuidados intensivos”, afirma el doctor Anaya.

Se trata de un estudio riguroso que hasta el momento está en una fase preliminar. De comprobarse su efectividad podría disminuir la estancia hospitalaria, el uso de unidades de cuidados intensivos y facilitar el retorno laboral.

En el 80% de los casos las personas presentan una enfermedad leve o son asintomáticas; pero el 20% puede verse afectada gravemente. Los factores que hacen que las personas infectadas se agraven (ese 20%) se investigan actualmente. Sin embargo la edad adulta y padecer otras enfermedades tales como la presión arterial alta, la diabetes y la obesidad, son factores de riesgo de enfermedad grave.

Las características del sistema inmune también influyen en la COVID-19, ésta es una infección viral y una enfermedad inmune. En efecto en las personas que progresan hacia una enfermedad grave, el sistema inmune se comportaría de manera paradójica: la primera línea de defensa, conocida como la respuesta inmune innata, no funcionaría; pero la segunda línea, conocida como la respuesta inmune adaptativa, respondería de manera exagerada, produciendo muchas sustancias inflamatorias. 

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