jueves, 15 de octubre de 2015

Estudio revela cuál es la definición de familia, de diálogo y de paz que tiene la familia rural colombiana

REGAÑAR, PREGUNTAR Y DAR CONSEJO TAMBIÉN ES DIALOGAR



Ruth Milena Páez Martínez
Contrario a lo que establece la definición de la RAE según la cual diálogo es “la plática entre dos o más personas, que alternativamente manifiestan sus ideas o afectos”, para las familias rurales colombianas regañar, preguntar y dar consejo también es dialogar. Esa es una de las conclusiones de una investigación realizada por los docentes Ruth Milena Páez, Mónica del Valle, Yolima Gutiérrez, Mario Ramírez-Orozco de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de La Salle, quienes durante 12 meses se dedicaron a recorrer municipios como Neiva, Yopal, Quinamayó, Villapaz, Barranquilla, Ubaté y dos localidades con zona rural en Bogotá, Ciudad Bolívar y Sumapaz, para indagar sobre la definición de diálogo que tiene la familia rural y cómo ese concepto personal se relaciona con la construcción de la paz.


“Somos un grupo de cuatro investigadores inquietos en conocer cuáles y cómo son las formas de diálogo de las familias rurales en el país. Desde las ciudades podemos pensar que es un tema obvio porque ocurre “todos los días” y suponemos que todos entendemos que dialogar es reunirse para hablar de algo. Pero en una realidad tan compleja como la de los campos en Colombia, nada es obvio, nada se puede suponer, y lo mejor es acercarnos directamente a ellos pues la gente ha vivido situaciones tan complejas que desarrolla nuevas formas y da nuevos sentidos”, explica Ruth Milena Páez, docente de la Universidad de La Salle y vocera del equipo de investigadores.

Los docentes se esforzaron por encontrar las respuestas de los campesinos a preguntas como estas:  
-          ¿Cuál es la definición de familia, de diálogo y de paz que tiene la familia rural?
-          ¿Sobre qué temas dialoga la familia rural?
-          ¿Cuáles son las formas de diálogo de la familia rural y qué aportan en la construcción de una pedagogía para la paz?
-          ¿Cuáles son las nuevas formas de diálogo intrafamiliar que tiene la familia rural y cuáles podrían contribuir a la idea de la paz?

“Cuando comenzamos la investigación revisamos el estado del arte, como le decimos a los estudios ya existentes, y nos dimos cuenta que la familia rural ha sido un campo poco abordado en nuestro país. Encontramos resultados de investigaciones nacionales realizadas en los años sesenta que advierten, tres conclusiones respecto a la familia en general: diversidad en los miembros que componen la misma, el impacto del contexto en la forma de ser de cada una, y la presencia de violencia intrafamiliar en especial contra la mujer. Temas muy necesarios pero nada hablaba de cómo es el diálogo en las familias rurales”, agrega Páez.

Principales resultados

-          Regañar, preguntar y dar consejo también es dialogar. Las familias entrevistadas incorporan en sus diálogos otras formas de enunciación particulares como el regaño, el consejo y la pregunta, lo cual hace que existan diferentes definiciones de lo que es entablar un diálogo. Cuando las cosas son en serio o hay situaciones importantes en la familia, entonces se dialoga. Lo demás, es conversar (chismosear, hablar de las novelas de la tv…), o sea, asuntos de menos peso.

-          Cuidadito con lo que dice en la calle. En el contexto colombiano, luego de 50 años de conflicto interno es evidente que al interior de las familias, el tema de la paz ha generado la creación de mecanismos de protección, de cuidado del otro y de lealtad, así como de creación de discursos diferentes para dentro y para fuera de la casa.

-          “Dialogar es muy bueno, pero no lo hacemos”. Las familias poseen saberes muy particulares sobre el diálogo, su importancia y sus formas de realización; no obstante, reconocen que no lo practican con frecuencia, tal como lo comprenden. Esto está atado a que saber algo (tener noticia) no garantiza que se le ponga en práctica.

-          El campesino cree que habla más que quienes viven en la ciudad. Las familias rurales participantes en esta investigación hacen distinciones importantes entre sus dinámicas y las que viven las familias urbanas y consideran que las urbanas poco dialogan, debido a sus compromisos laborales y a la “agitada vida que se vive en la ciudad”.

-          8 factores determinan las formas de diálogo de los campesinos. Las familias rurales de once departamentos colombianos consideran que no es lo mismo dialogar con miembros de su familia que con personas ajenas a ésta; por tanto, sus formas de diálogo están determinadas por aspectos como: frecuencia, participantes, nivel educativo, modo, tema, grupo cultural, contexto y ocupación.

-          No tener con quién dialogar no es fuente de agobio. Conectado con las noticias recientes sobre que Colombia se está envejeciendo, hay que señalar que 15 de los entrevistados adultos mayores coinciden en que sus hijos se han ido y viven solos. Se habla de la soledad en forma de broma, otras veces es recibida con decoro y entendida como fuente de tranquilidad.

-          Les gusta la ayuda de la tecnología.  Pese a que algunas familias no dialogan con frecuencia debido a las distancias y las responsabilidades de sus miembros, sí buscan tiempo para conversar en familia. Pareciera que los dispositivos tecnológicos ayudan a fortalecer el diálogo en la familia.

-          Falta confianza. Según lo que las familias rurales entienden por diálogo es necesario repensar el diálogo como una interacción equitativa, reflexiva y problematizadora, no solo como la acción de hablar con otro. En este sentido, es necesario “estar disponible”, estar dispuesto a ceder, a escuchar, a cambiar, a confiar y a descubrir modos inimaginables de comunicarnos y aceptarnos.

-          Falta educación.  Urgen proyectos orientados a fortalecer el espíritu del diálogo como un acontecimiento de vida, que es posible gracias a la vitalidad de la palabra enunciada, bien sea compartida o diferenciada, pero en todo caso, capaz de mediar en el entendimiento humano y social.

-          En la escuela hay que poner al estudiante en el modo “escuchar”. La educación dialógica es apuesta decisiva para aprender a escuchar en pro del desarrollo humano y el buen uso de las capacidades sociales y cognitivas del estudiante. Si no sabes escuchar, no te encuentras con el otro.

-          La recuperación crítica de la categoría diálogo como aporte a la construcción de paz. Su legitimación en las familias rurales, también muestra la posibilidad de resignificar la categoría familia rural y convertir el diálogo dentro de la misma, como un dispositivo para autoafirmarse, actuar en diversos espacios públicos con voz propia y mirada emancipadora.

-          La familia, la comunidad y la sociedad están llamadas a educar en el diálogo. Esto se traduce en una actitud de compromiso, de respuesta responsable y ética ante la presencia del otro, en donde se generen actos profundos de comunicación hacia la convivencia social y  la construcción de paz.

Cuando se les pregunta a los docentes qué los motivo a realizar esta investigación aseguran que es necesario dar relevancia a la familia rural porque históricamente ha estado al margen de decisiones sociales, políticas y económicas que la afectan directamente, de manera que la investigación permitió oír la voz de la familia rural y ratificar la importancia de incluirle dentro de futuros procesos investigativos de corte social y participativo.

También agregan que “en el país es usual que se califique o mire a los pobladores de zonas rurales con menosprecio, subestimación y subvaloración. Muchas veces debido a sus condiciones de pobreza (como consecuencia del olvido estatal), a sus modos de comer y de vestir (que no corresponden en todo con la zona urbana), a sus modos de hablar (que mantienen auténtica la oralidad), e incluso a sus modos de ver la vida (no hay más afán que el día a día). Cuando lo que deberíamos hacer es valorar toda la sabiduría que poseen”.


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