EL
‘CAFÉ DE CARLOS’: MÁS QUE UN SORBO
- En
Calarcá, Quindío, funciona un negocio familiar donde no solo se busca
preservar el paisaje cafetero, sino crear la cultura del buen café, y
mejorar las condiciones de vida de los cultivadores del grano.
- El
propietario del emprendimiento va directamente a las fincas, recorre los
lotes, revisa las plantas y los granos, y les paga un sobreprecio a los
productores.
- Para
ayudar a cuidarla la tierra, el Café de Carlos se empaca en bolsas 100%
compostables y biodegradables, hechas en caña maíz.
Una
empresa que surge de la decepción. ¿Cómo así? Y claro: los turistas llegaban al
Quindío, se embelesaban con el paisaje, tomaban fotos espectaculares y,
finalmente, saboreaban un café que no era de su agrado.