lunes, 11 de mayo de 2015

UN RECORRIDO MARAVILLOSO


Aruba ostenta un sinfín de maravillas naturales que adornan su suelo, y que han sido escenario de múltiples historias de vida.


La isla feliz imprime esa identidad única y especial que la hacen tan particular frente la mirada de los visitantes que día a día arriban a la isla, con el firme propósito de adentrarse en ese paradisiaco mundo, cuyo paisaje natural ofrece desde espacios desérticos que bordean majestuosamente las zonas aledañas al mar, hasta las reservas naturales que contrastan con su vegetación multicolor y que juegan con lo cosmopolita  de sus amplias avenidas, la arquitectura de los centros hoteleros, los centros comerciales, los restaurantes y los lugares de interés histórico y cultural, además de la multiculturalidad de sus habitantes y la gran variedad de actividades que por mar y tierra se pueden disfrutar, y que están al alcance de todos los presupuestos.

Entre sus múltiples maravillas se puede disfrutar el Parque Nacional Arikok, reserva natural que constituye aproximadamente el 18% de la isla, con formaciones geológicas de lava, diorita de cuarzo y piedra caliza, que se adentran a la costa influyendo directamente tanto en la formación de los asentamientos humanos como en sus maravillas naturales, que ofrecen especies animales y vegetales únicas por sus condiciones microclimáticas. Para el caso encontramos las serpientes cascabel y las serpientes  (Crotalus durissus unicolor), consideradas como las más antiguas de la isla, que se encuentran casi exclusivamente dentro del parque, y han cautivado la atención del gobierno para su preservación; también se encuentran el santanero (Leptodeira bakeri), llamado Baker (Aruba),  la serpiente de ojos de gato, el shoco (Athene cunicu-malaria arubensis), conocido como el simbolo nacional de Aruba, la lechuza, y el prikichi (Aratinga pertinax arubensis).

Con todas estas atracciones naturales, el parque se ha convertido en el lugar favorito para la práctica del senderismo por agrestes parajes de cerca de 34 kilómetros, que ofrece todo tipo de terreno desde las colinas, pasando por las minas de oro y las ruinas de las plantaciones, la granja de avestruces o el santuario de los burros que se pueden recorrer a pie,  a caballo o en Safaris a bordo de vehículos de doble tracción, con el acompañamiento amable de guías multilíngues.

El Mariposario es otro de los escenarios de mayor concurrencia en Aruba, ubicado en Palm Beach, está abierto todo el año de 9:00 a.m. a 4:30 p.m; encuentro con la belleza, la diversidad y el don maravilloso de su transformación y su vida. Este es un jardín tropical adornado por diminutas criaturas de los más variados e inusuales colores; en él un guía de turismo, de manera vivencial,  relata paso a paso  los pormenores de su maravillosa pero frágil vida desde su origen en un huevo, pasando por la oruga y la crisálida, hasta convertirse en mariposa y alzar imponente su vuelo impulsada por el viento, como si presintiera  lo efímero de su existencia, en medio de un espectáculo maravilloso que capta cien por ciento la atención de quienes lo presencian.

Otra de las atracciones naturales más populares  de la isla es El Puente Natural, formación  de caliza coral esculpida por las olas del mar y el viento durante muchos años, y considerado uno de los más largos del mundo, ubicado a unos 7 metros sobre el nivel del mar, con una extensión aproximada de 30 metros, que ofrece un inigualable panorama para disfrutar a cualquier hora del día con entrada gratuita  y algunos quioscos aledaños de tipo comercial.
 Son también famosas las formaciones rocosas de Ayo y Casibari, las primeras  de aspecto monolítico que toman el nombre de la población indígena que habitaba el lugar,  y las segundas de color marrón rojizo, que según cuentan las leyendas eran visitadas por los Arawak, primitivos pobladores de la isla, con el fin de pronosticar las tormentas pues en ellas podían escuchar cuando estas  se acercaban a la costa. Desde allí se puede apreciar una panorámica de la isla lo cual hace del lugar un atractivo turístico promocionado a través de rutas a pie, que cautivan al visitante con el paso por túneles estrechos, las pinturas denominadas petroglifos que dan cuenta de sus creencias religiosas, las historias que se entretejen acerca  su formación y el culto que les profesaban sus antiguos moradores.

La Pisicina Natual y Conchi son otras de las consideradas bellezas naturales. La primera, conocida como la montaña rusa de los tours por los giros y vueltas por curvas que se acercan peligrosamente a los filos rocosos de los acantilados, que hacen de esta la ruta ideal para los amantes de la adrenalina y los deportes extremos,  y la segunda llamada (Cura di Tortuga) por los lugareños, que contrario a la anterior ofrece un ambiente apacible para la relajación y el descanso, solo que por lo reducido de su extensión  y la dificultad en su acceso no está permitido más de 30 minutos de estadía. Este hermoso lugar está estratégicamente ubicado en medio de un grupo de rocas que forman caprichosamente una especie de piscina natural, formada por fuertes olas que chocan en sus costados simulando una tormenta, cuyo eco  apenas pueden percibir quienes practican el buceo con esnórquel, una experiencia inigualable bajo un mar de especies marinas exuberantes, que hacen parte de ese escenario multicolor.

Para finalizar, un imponente paisaje desértico es el que ofrecen las Dunas California en Hudishibana, conocidas así por el naufragio del famoso barco California a pocos metros de la punta noroeste de la isla, las cuales en medio de cactus,  aloe y las gigantescas colinas de arena, que parecen observadas por el majestuoso Faro que lleva su nombre,  ubicado en una elevación cerca al mar, brindan un panorama inigualable hacia las blancas playas de la  costa oeste; paraje  visitado por muchos turistas quienes se desplazan en jeeps y motos a su alrededor, pues no está permitido manejar sobre las dunas, pero si explorarlas a pié o deslizándose sobre ellas, para cuyo caso es necesario  portar ropa adecuada y dejarse llevar por la inigualable sensación de sentirse libre. ¡Otro motivo más para enamorarse de Aruba!  

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