EDUCACIÓN: MÁS ALLÁ DE LA ENTREGA DE COMPUTADORES
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José Otero |
El
uso de la tecnología en nuestras vidas no hará más que incrementarse en los
próximos años. Todas las cosas a nuestro alrededor estarán conectadas de una
forma u otra. El acceso a Internet ya está integrado en los automóviles y en
unas pocas décadas, poder ver la Web desde un vehículo será tan normal como
cambiar la estación de la radio.
Mientras
ese inevitable futuro se acerca, hoy en día es un poco más difícil conectarse a
Internet en la gran mayoría de las zonas rurales del planeta. ¿Cuántas escuelas
tienen Internet? ¿Electricidad? ¿Computadores?
Todas
éstas son preguntas que desde hace bastantes años preocupan a los gobiernos, y
que a finales del siglo pasado dieron origen al proyecto Un Computador Por Niño
(OLPC, por sus siglas en inglés) que quería empoderar a cada estudiante con un
computador para, de esta forma, reducir las diferencias en el acceso a Internet
entre los segmentos pobres y más adinerados de un país.
Como
toda gran propuesta, OLPC no ha estado exenta de controversia. Las críticas han
sido numerosas y van desde que los computadores no son tan baratos como se
pensaba —porque para alcanzar el precio
más bajo se requieren pedidos de gran magnitud— hasta que los equipos son
simplemente feos.
Otras
críticas han sido dirigidas a la dirección del proyecto o a la extravagancia de
algunas de sus propuestas, como tirar desde un helicóptero los equipos en zonas
remotas con pocas vías de acceso.
Pero
lo importante de OLPC no es la controversia que pueda rodear a esta
organización, sino la idea que firmemente establecieron: es posible entregar un
computador a todos los niños de edad escolar de un país. Desde mi punto de
vista, ese es el legado más importante que esta organización nos ha dejado.
Aunque
cueste creerlo, hace poco más de diez años la cantidad de escépticos sobre la
viabilidad de OLPC era numerosa. Poco a poco la percepción ha cambiado, ya sea
por avances tecnológicos que permiten sustituir la entrega de portátiles por
tabletas (léase: abaratar costos), mejoras en tecnologías inalámbricas o el
surgimiento de modelos exitosos que sirven como ejemplos para imitar.
Uno
de estos modelos es indudablemente el Plan Ceibal de Uruguay, que ha entregado
un computador —llamados ceibalitas— a cada estudiante del país para de esta
forma eliminar las diferencias de acceso a Internet existentes en el país. El
éxito del Plan Ceibal ha sido de tal magnitud que el proyecto fue consultado
por expertos de Armenia, Colombia, Dominica, Ecuador, Honduras, México,
Paraguay y Ruanda, entre otros países, con el objetivo de intentar emular los
buenos resultados del proyecto.
Considero
como un logro importante del Plan Ceibal que la entrega de computadores a una
escuela no significa la conclusión de la conectividad, sino el inicio. También
se minimiza el impacto mediático del proyecto como autoría de una sola persona.
Es más, los anuncios de entrega de nuevos equipos o programas educativos no
obtienen tanta cobertura en medios como en otras regiones.
Parte
del éxito surge del monitoreo sostenido que se hace del impacto del proyecto en
los estudiantes, y el establecimiento de una red de apoyo constante para dar
mantenimiento a la infraestructura, reparar averías y actualizar el software de
los dispositivos utilizados.
Por
ejemplo, un estudio de la Comisión Sectorial de Investigación Científica de la
Universidad de la República en Uruguay encontró que la entrega de ceibalitas
tuvo un impacto positivo en el desempeño de los niños. Mientras que una
investigación del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD)
encontró que la reducción de la brecha digital existente entre la población
estudiantil que asiste a establecimientos públicos y privados se debe
mayormente al Plan Ceibal.
Estos
datos no son despreciables, si se tiene en consideración la existencia de
numerosos estudios que minimizan el impacto de los programas OLPC, como uno
hecho por el Banco Inter-Americano de Desarrollo (BID) en más de 300 escuelas
rurales de Perú, que concluía que el acceso a computadores no incrementaba los
resultados en pruebas académicas de los estudiantes.
Una
publicación de la Revista Semana en Colombia reiteraba esta conclusión, al
hacer una conexión entre los resultados de los estudiantes colombianos de un
estudio comparativo sobre educación y el uso de la tecnología:
Una
preocupación creciente es el uso que se da a la tecnología. En la prueba de
Pisa en que peor le fue a Colombia fue en la de lectura de materiales en
Internet. Los niños colombianos tienen hoy computadores en casas y colegios,
pero no leen críticamente, no saben buscar. Se ha hecho un gran esfuerzo de
dotación tecnológica, pero esas miles de tabletas no se acompañan de contenido
apropiado ni en capacitación a los docentes sobre cómo usar estas nuevas
herramientas. Los computadores se usan para chatear y jugar, y ocurre la
paradoja de que los niños que más los usan son los que tienen resultados menos
buenos. Revertir este estado de cosas puede tener un gran impacto.
Por
otro lado, la publicación académica “Computers in Human Behavior”, en las
conclusiones de un reciente estudio, indicó que el uso de dispositivos
tecnológicos por niños de forma continua puede tener consecuencias adversas en
el desarrollo de sus habilidades de comunicación interpersonal. Es por esta
razón que durante el proceso educativo, el uso de dispositivos debe estar
acompañado de un guía que fomente la interacción entre los estudiantes.
Estos
resultados no distan mucho de las recomendaciones del BID, que sugiere que la
entrega de computadores debe estar acompañada de programas educativos especializados
que sirvan como herramientas de apoyo al maestro. Obviamente todo lo anterior
con sus debidos procesos de capacitación al docente y de despliegue de la
infraestructura necesaria para que los estudiantes puedan beneficiarse de la
tecnología. Si la conexión a Internet no es lo suficientemente rápida, es
imposible que 20 o 30 computadores naveguen la red simultáneamente.
Queda
claro que para que las iniciativas OLPC funcionen, el trabajo tiene que ir más
allá de la entrega de equipos, centrándose en el monitoreo constante de su
impacto y en la promoción del uso de software educativo que complementen la
labor de los docentes. Al final de cuentas, nunca se puede obviar la
importancia del factor humano.
José Otero
Director de 4G Americas para América
Latina y el Caribe
José Felipe Otero Muñoz es el Director
para América Latina y el Caribe de 4G Americas. En este rol, el Sr. Otero tiene
a su cargo la promoción del desarrollo exitoso de la familia de tecnologías
3GPP (incluso LTE) a lo largo y ancho de la región, y de la comunicación de los
últimos avances de estas tecnologías a los integrantes clave de la industria,
entre ellos operadores móviles, proveedores, reguladores, organizaciones de
telecomunicaciones, los medios y analistas.
Durante la pasada década, el Sr. Otero
fungió como presidente de Signals Telecom Consulting, una consultora
multinacional de telecomunicaciones enfocada en los mercados de América Latina
y el Caribe que cuenta con divisiones de investigación, portal de noticias y
unidad editorial. El Sr. Otero ha colaborado en más de 100 proyectos de
investigación y ha sido autor de numerosos estudios sobre la industria regional
de telecomunicaciones.
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