CÓMO EL INTERNET DE LAS COSAS TRANSFORMA LO COTIDIANO DE PERSONAS Y EMPRESAS
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Weber Canova |
Internet de las Cosas (conocida por la sigla IoT, del inglés Internet of Things) hoy es mucho más
que una revolución tecnológica. Fruto de la evolución continua de la computación
y de la comunicación, se tornó una revolución social, con impacto directo en la
vida de las personas, los negocios y el comercio. De acuerdo con la consultora IDC,
el mercado de IoT moverá U$D 7,3 trillones en apenas tres años. Asimismo, Gartner
estima que hasta 2020, existirán de 26 a 30 billones de dispositivos conectados
a Internet de las Cosas.
Para entender lo que estos números superlativos representan en nuestro día
a día, basta prestar atención al uso que ya hacemos de los dispositivos móviles.
Se estima que actualmente una persona está rodeada por cuatro o cinco de estos
aparatos, en promedio. Esto es porque la tecnología vuelve nuestras aspiraciones
humanas más probables, ayudando a realizar tareas de forma más fácil. Con el
advenimiento de los smartphones, uno de los protagonistas de esta nueva era, pasamos
a vivir una explosión de conexiones. Nunca antes estuvimos tan conectados con otras
personas, ambientes, empresas y objetos.
A diferencia de evoluciones anteriores, en que las grandes novedades tenían
su debut en las empresas, como el caso del uso de aparatos de fax, hoy es común
que los usuarios posean dispositivos móviles y otras tecnologías para uso personal
más potentes que las usadas en el ambiente corporativo. Y esto muestra uno de
los grandes desafíos de este nuevo tiempo: las organizaciones precisan prepararse
y ofrecer algo más a los colaboradores y al mercado. Compañías de diversos sectores
ya han percibido este movimiento y comenzaron a invertir no sólo en aparatos
móviles, sino también en aplicaciones y soluciones capaces de transformar toda
esta masa de datos en informaciones inteligentes y utilizables.
Así, presenciamos cada día más el surgimiento de estas nuevas tecnologías haciendo
conexión entre personas y objetos – los llamados wearable devices (dispositivos digitales para vestir). Con ellos,
entre otras funciones, ya es posible medir la presión arterial, controlar niveles
de glucosa, medir temperatura corporal, automatizar residencias, controlar temperatura
y luz de un ambiente, entregar encomiendas, monitorear lugares, gerenciar flotas,
hacer que un auto estacione sólo, controlar producción, entre otras actividades.
Todo esto con apenas la ayuda de celulares, relojes, pulseras, etiquetas de radio
frecuencia (RFDI) y drones. O sea, ya estamos en la era en que objetos
inteligentes nos ayudan a realizar tareas cotidianas, sea en casa o en el trabajo.
Y todo este movimiento camina hacia el futuro, sin ser posible volver a lo
que eramos antes – seres desconectados y repartidos entre vida personal y profesional.
Hoy, la interacción es frecuente y las empresas ya comprenden el potencial de
esta modificación e invierten en el desarrollo de nuevas fuentes de valor. Es
posible percibir la presencia de Internet
de las Cosas en la creación de nuevos modelos de negocio y servicios on-line,
en la generación creciente de informaciones en tiempo real, en la identificación
eficaz de usuarios al acceder a sistemas y devices,
en el gerenciamiento global de operaciones, en el refinamiento de operaciones inteligentes,
en la oferta innovadora de computación en la nube, en el expansivo uso de redes
sociales, además del cuidado en la protección y en la privacidad durante el
intercambio de todos estos datos interrelacionados.
Sin embargo, antes de que una compañía proponga la interacción entre
objetos y personas es preciso un análisis criterioso y honesto para saber si existe
en verdad esa demanda. Es importante identificar si el público objetivo tiene
la necesidad de enviar un e-mail por la cocina, por ejemplo, o si fuese más
relevante acceder a informaciones en tiempo real sobre el cierre de un contrato
importante, o inclusive acompañar en la distancia el cuadro clínico de un
paciente. Es primordial usar el buen sentido, para que la tecnología no pierda
su razón de existir - la de atender las aspiraciones humanas de forma que se
faciliten sus tareas.
Weber Canova – Vice Presidente de Tecnología de TOTVS desde que ingresó en la compañía, en
1995. Durante estos diecisiete años, actuó en diversos proyectos como Arquitecto
Jefe. Fue responsable, por ejemplo, de la creación y construcción de las
plataformas TOTVS Tec y Fluig.
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