miércoles, 21 de mayo de 2014

Por René Rojas, Cofundador y CEO de HubBOG.

LATINOAMÉRICA EN SU MEJOR MOMENTO PARA CREAR UN ECOSISTEMA DE EMPRENDIMIENTO REGIONAL QUE PUEDE LLEGAR A SER MÁS GRANDE QUE SILICON VALLEY Y OTROS RECONOCIDOS


Rene Rojas CEO y Co Funder HubBOG
En marzo pasado se graduaron 10 nuevos equipos que se suman a los ya 34 emprendimientos acelerados por HubBOG. El grado se otorgó días después de la semana de inmersión en Silicon Valley, en donde realizamos el tercer Demo Day de empresas colombianas en el ecosistema californiano.

Fue esta la ocasión para confirmar que Silicon Valley, más que un espacio físico y geográfico, es un estado de la mente en el cual más y más seres humanos de todas partes del mundo se creen la locura de ser capaces de cambiar industrias del mundo, y a su vez fondos de inversión e inversionistas creen y se arriesgan a financiar dichas locuras. Sin duda Carnegie, JP Morgan, Vanderbilt y Rockefeller estarían gustosos de encontrar las facilidades con las que hoy en día es posible emprender con la ayuda de ecosistemas.


Son varios los elementos que convergen hoy para pensar y plantear que Latinoamérica está en el mejor momento para innovar y emprender, tomando ventaja de elementos como

1.    Crecimiento del acceso a internet en la región y el potencial de crecimiento en los próximos 5 años
2.    Acceso al conocimiento de la humanidad en tiempo real
3.    Talento comprobado para pensar y aprovechar oportunidades históricas
4.    Gran potencial de mercado

Desde el año 90, año en que Internet se hace público, mucho ha pasado en la industria que ha impactado la historia de la humanidad; a mediados de los 90 se crean grandes compañías como Amazon, Yahoo y Ebay; Dell inicia sus ventas online y Nicolás Negroponte publica su libro “Being Digital” en el Media Lab del MIT (Massachussets Institute of technology).

En 1998 nace Google como el octavo buscador en la corta historia de Internet y en el 2.000 revienta la primera burbuja de la industria, poniendo en duda la velocidad a la cual el mercado era capaz de absorber las innovadoras propuestas de valor como la de vender libros por Internet de amazon. En el 2004 nace Facebook dando inicio a la revolución del web 2.0 y a las conocidas redes sociales que hoy invaden la privacidad de personas y empresas.

Los anteriores cambios tecnológicos han llevado a que el ser humano se dé cuenta cuán importante es la información de las cosas; hoy las cosas (átomos) hablan mediante Bits (unidad mínima de información basado en ceros y unos), los bits fluyen a la velocidad de la luz por redes de cableado óptico, este proceso ha cambiado definitivamente la velocidad a la que nos informamos, tomamos decisiones y finalmente la velocidad a la que vivimos.

De acuerdo con Internet World Stats en el 2014 somos, desde México hasta la Patagonia,  255 millones de latinoamericanos conectados a Internet; este no es un mercado nada despreciable, especialmente por su potencial de llegar a cerca de 500 millones de consumidores conectados en los próximos años, haciendo uso de tecnologías 4G y posteriores que están popularizando el acceso.

De acuerdo con la misma publicación Estados Unidos en su totalidad cuenta con  256 millones de usuarios conectados y con este tamaño ha sido posible validar inicialmente los primeros segmentos de mercado para empresas como Google, Facebook y Linkedin entre otros. Sin duda con los números de Latinoamérica estamos ante retos y logros mucho más altos por tamaño de mercado y ante empresas, por tanto con potencial de crecimiento más acelerado y de mayor tamaño que las historias exitosas que leemos en los diarios.

Con el tiempo aumenta la consciencia de la importancia del flujo de la información y el conocimiento. Es así como encontramos en internet trillones de datos importantes para explicar las complejidades de la naturaleza y del actuar humano, lo cual nos ha llevado a romper las barreras espaciales y temporales del conocimiento. Ya no es necesario acceder a la biblioteca de Harvard para conocer el contenido de los resultados de las últimas investigaciones de sus científicos, ni es necesario esperar traducciones o ediciones de libros destinados a hispanoparlantes. Hoy por primera vez en la historia de la humanidad el conocimiento es público y simétrico para quienes lo buscan.

No existe razón alguna para dudar del potencial innovador y creativo de los latinoamericanos, somos trabajadores apasionados capaces de soportar largas jornadas de sacrificio cuando nos lo proponemos, tenemos acceso a la información al igual que un japonés o suizo en tiempo real, tenemos la necesidad de mejorar nuestra calidad de vida y estamos movidos por una pobreza que vemos en las calles de nuestras grandes ciudades.

Tal vez nos haga falta pensar cómo lo hacen nuestros apreciados argentinos, y lo digo con cariño, que somos los mejores y que podemos llegar donde nos propongamos en el concierto global. No en vano los grandes emprendimientos tecnológicos de Latinoamérica en su etapa inicial, finales de los 90s,  fueron argentinos.

Nunca antes ha sido más fácil emprender, a partir de la construcción de prototipos digitales (MVP por sus siglas en inglés, de Minimum Viable Product) que permiten hoy cambiar el orden de los esfuerzos que se hacen en la etapa temprana. De un emprendimiento basado en la genialidad de un producto que consume ingentes recursos en tiempo y dinero, a un emprendimiento basado en el descubrimiento y validación de un mercado en su etapa inicial, para luego invertir los recursos necesarios en un excelente producto que dinámicamente sea más inteligente y eficiente.

Culturalmente los latinoamericanos somos muy similares en hábitos de consumo, tomamos decisiones de forma similar y compartimos creencias religiosas y culturales muy parecidas; nos fijamos en particularidades de manera homogénea, lo cual lleva a que por ejemplo un emprendimiento que nace en Chile, Colombia o Argentina rápidamente tenga el potencial de llegar a México y demás países de la región con relativa rapidez, identificando muy fácilmente los hábitos de consumo. Nuestros aparatos legislativos tienen orígenes similares, que sumado a las estructuras de los sistemas bancarias y de salud nos permiten rápidamente entenderse como un solo mercado.

Si partimos de la convergencia de los anteriores fenómenos históricos y científicos, la pregunta que subyace es cómo Latinoamérica puede hacerlo, cómo es posible crear un ecosistema de emprendimiento latinoamericano que aproveche las ventajas planteadas de actuar como región. La respuesta es la creación de una red de “Campus for Startups” que funcionando en las 20 ciudades más grandes de Latinoamérica por población, es decir en las de más de 3 millones de habitantes y al menos una por país, que facilite el flujo permanente de emprendedores, mentores, inversionistas y expertos por toda Latinoamérica facilitando:

1.    Expansión regional temprana de los startups, que un emprendimiento nacido en cualquier ciudad de la red, pueda pensar en la región como siguiente escala de productos.
2.    Flujo de inversión, especialmente para que proyectos con muy buen perfil, puedan ser coinvertidos por fondos e inversionistas individuales de la región.
3.    Convertirse en la red de innovación más grande de la región, haciendo que las grandes corporaciones regionales y globales busquen estos campus alternativas de innovación abierta, creando relaciones gana-gana con emprendedores en etapa temprana.
4.    Facilitar el flujo de conocimiento con las grandes ventajas de creación de valor a partir de las redes de expertos y comunidades especializadas.
5.    Generar el volumen de proyectos necesario para captar la atención de los grandes fondos de inversión venture y private.
6.    Convertirse en la fuente de información primaria, que nuevas empresas tengan el escenario propicio para aterrizar exitosamente en cada ciudad de la región.
7.    Vocación de convertirse en “zonas francas” que permitan a los Gobiernos direccionar leyes y normas que fomenten el nacimiento de estas nuevas empresas, como exenciones tributarias y programas de acompañamiento y fondeo de la inversión en etapa temprana.

Un campus for startups consiste en un Hub tecnológico que en hitos urbanísticos en promedio de 10.000 metros cuadrados tendrán la capacidad para alojar a 300 nuevos emprendimientos al año en 20 ciudades, estaríamos hablando de 6 mil proyectos al año en toda la región. Silicon Valley genera 4.000 emprendimientos al año de los cuales son invertidos 430 proyectos en promedio.

Sin duda un macroproyecto como estos debe ser acogido por las ciudades, los Gobiernos de país, las universidades más importantes y el sector privado. La iniciativa debe ser privada en su propiedad para que el inicio sea rápido, pero sin duda los Gobiernos deben direccionar recursos para apoyar proyectos que se adelanten al interior de los campus.


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