LATINOAMÉRICA EN SU MEJOR MOMENTO PARA CREAR UN ECOSISTEMA DE EMPRENDIMIENTO REGIONAL QUE PUEDE LLEGAR A SER MÁS GRANDE QUE SILICON VALLEY Y OTROS RECONOCIDOS
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Rene Rojas CEO y Co Funder HubBOG |
En marzo pasado se graduaron 10 nuevos equipos
que se suman a los ya 34 emprendimientos acelerados por HubBOG. El
grado se otorgó días después de la semana de inmersión en Silicon
Valley, en donde realizamos el tercer Demo Day de
empresas colombianas en el ecosistema californiano.
Fue esta la ocasión para confirmar que Silicon Valley, más
que un espacio físico y geográfico, es un estado de la mente en el cual más y
más seres humanos de todas partes del mundo se creen la locura de ser capaces
de cambiar industrias del mundo, y a su vez fondos de inversión e
inversionistas creen y se arriesgan a financiar dichas locuras. Sin duda
Carnegie, JP Morgan, Vanderbilt y Rockefeller estarían gustosos de encontrar
las facilidades con las que hoy en día es posible emprender con la ayuda de
ecosistemas.
Son varios los elementos que convergen hoy para pensar y
plantear que Latinoamérica está en el mejor momento para innovar y emprender,
tomando ventaja de elementos como
1. Crecimiento del acceso a internet en la región
y el potencial de crecimiento en los próximos 5 años
2. Acceso al conocimiento de la humanidad en
tiempo real
3. Talento comprobado para pensar y aprovechar
oportunidades históricas
4. Gran potencial de mercado
Desde el año 90, año en que Internet se hace público, mucho ha
pasado en la industria que ha impactado la historia de la humanidad; a mediados
de los 90 se crean grandes compañías como Amazon, Yahoo y Ebay; Dell inicia sus
ventas online y Nicolás Negroponte publica su libro “Being Digital” en el Media
Lab del MIT (Massachussets Institute of technology).
En 1998 nace Google como el octavo buscador en la corta historia
de Internet y en el 2.000 revienta la primera burbuja de la industria, poniendo
en duda la velocidad a la cual el mercado era capaz de absorber las innovadoras
propuestas de valor como la de vender libros por Internet de amazon. En el 2004
nace Facebook dando inicio a la revolución del web 2.0 y a las conocidas redes
sociales que hoy invaden la privacidad de personas y empresas.
Los anteriores cambios tecnológicos han llevado a que el ser
humano se dé cuenta cuán importante es la información de las cosas; hoy las
cosas (átomos) hablan mediante Bits (unidad mínima de información basado en
ceros y unos), los bits fluyen a la velocidad de la luz por redes de cableado
óptico, este proceso ha cambiado definitivamente la velocidad a la que nos
informamos, tomamos decisiones y finalmente la velocidad a la que vivimos.
De acuerdo con Internet World Stats en el 2014
somos, desde México hasta la Patagonia, 255 millones de latinoamericanos
conectados a Internet; este no es un mercado nada despreciable, especialmente
por su potencial de llegar a cerca de 500 millones de consumidores conectados
en los próximos años, haciendo uso de tecnologías 4G y posteriores que están
popularizando el acceso.
De acuerdo con la misma publicación Estados Unidos en su
totalidad cuenta con 256 millones de usuarios conectados y con este
tamaño ha sido posible validar inicialmente los primeros segmentos de mercado
para empresas como Google, Facebook y Linkedin entre otros. Sin duda con los
números de Latinoamérica estamos ante retos y logros mucho más altos por tamaño
de mercado y ante empresas, por tanto con potencial de crecimiento más
acelerado y de mayor tamaño que las historias exitosas que leemos en los
diarios.
Con el tiempo aumenta la consciencia de la importancia del flujo
de la información y el conocimiento. Es así como encontramos en internet
trillones de datos importantes para explicar las complejidades de la naturaleza
y del actuar humano, lo cual nos ha llevado a romper las barreras espaciales y
temporales del conocimiento. Ya no es necesario acceder a la biblioteca de
Harvard para conocer el contenido de los resultados de las últimas
investigaciones de sus científicos, ni es necesario esperar traducciones o
ediciones de libros destinados a hispanoparlantes. Hoy por primera vez en la
historia de la humanidad el conocimiento es público y simétrico para quienes lo
buscan.
No existe razón alguna para dudar del potencial innovador y
creativo de los latinoamericanos, somos trabajadores apasionados capaces de
soportar largas jornadas de sacrificio cuando nos lo proponemos, tenemos acceso
a la información al igual que un japonés o suizo en tiempo real, tenemos la
necesidad de mejorar nuestra calidad de vida y estamos movidos por una pobreza
que vemos en las calles de nuestras grandes ciudades.
Tal vez nos haga falta pensar cómo lo hacen nuestros apreciados
argentinos, y lo digo con cariño, que somos los mejores y que podemos llegar
donde nos propongamos en el concierto global. No en vano los grandes
emprendimientos tecnológicos de Latinoamérica en su etapa inicial, finales de
los 90s, fueron argentinos.
Nunca antes ha sido más fácil emprender, a partir de la
construcción de prototipos digitales (MVP por sus siglas en inglés, de Minimum
Viable Product) que permiten hoy cambiar el orden de los esfuerzos que se hacen
en la etapa temprana. De un emprendimiento basado en la genialidad de un
producto que consume ingentes recursos en tiempo y dinero, a un emprendimiento
basado en el descubrimiento y validación de un mercado en su etapa inicial,
para luego invertir los recursos necesarios en un excelente producto que
dinámicamente sea más inteligente y eficiente.
Culturalmente los latinoamericanos somos muy similares en
hábitos de consumo, tomamos decisiones de forma similar y compartimos creencias
religiosas y culturales muy parecidas; nos fijamos en particularidades de
manera homogénea, lo cual lleva a que por ejemplo un emprendimiento que nace en
Chile, Colombia o Argentina rápidamente tenga el potencial de llegar a México y
demás países de la región con relativa rapidez, identificando muy fácilmente
los hábitos de consumo. Nuestros aparatos legislativos tienen orígenes
similares, que sumado a las estructuras de los sistemas bancarias y de salud
nos permiten rápidamente entenderse como un solo mercado.
Si partimos de la convergencia de los anteriores fenómenos
históricos y científicos, la pregunta que subyace es cómo Latinoamérica puede
hacerlo, cómo es posible crear un ecosistema de emprendimiento latinoamericano
que aproveche las ventajas planteadas de actuar como región. La respuesta es la
creación de una red de “Campus for Startups” que funcionando en las 20 ciudades
más grandes de Latinoamérica por población, es decir en las de más de 3
millones de habitantes y al menos una por país, que facilite el flujo
permanente de emprendedores, mentores, inversionistas y expertos por toda
Latinoamérica facilitando:
1. Expansión regional temprana de los startups,
que un emprendimiento nacido en cualquier ciudad de la red, pueda pensar en la
región como siguiente escala de productos.
2. Flujo de inversión, especialmente para que
proyectos con muy buen perfil, puedan ser coinvertidos por fondos e
inversionistas individuales de la región.
3. Convertirse en la red de innovación más grande
de la región, haciendo que las grandes corporaciones regionales y globales
busquen estos campus alternativas de innovación abierta, creando relaciones
gana-gana con emprendedores en etapa temprana.
4. Facilitar el flujo de conocimiento con las
grandes ventajas de creación de valor a partir de las redes de expertos y
comunidades especializadas.
5. Generar el volumen de proyectos necesario para
captar la atención de los grandes fondos de inversión venture y private.
6. Convertirse en la fuente de información primaria,
que nuevas empresas tengan el escenario propicio para aterrizar exitosamente en
cada ciudad de la región.
7. Vocación de convertirse en “zonas francas” que
permitan a los Gobiernos direccionar leyes y normas que fomenten el nacimiento
de estas nuevas empresas, como exenciones tributarias y programas de
acompañamiento y fondeo de la inversión en etapa temprana.
Un campus for startups consiste en un Hub tecnológico que en
hitos urbanísticos en promedio de 10.000 metros cuadrados tendrán la capacidad
para alojar a 300 nuevos emprendimientos al año en 20 ciudades, estaríamos
hablando de 6 mil proyectos al año en toda la región. Silicon Valley genera
4.000 emprendimientos al año de los cuales son invertidos 430 proyectos en
promedio.
Sin duda un macroproyecto como estos debe ser acogido por las
ciudades, los Gobiernos de país, las universidades más importantes y el sector
privado. La iniciativa debe ser privada en su propiedad para que el inicio sea
rápido, pero sin duda los Gobiernos deben direccionar recursos para apoyar
proyectos que se adelanten al interior de los campus.
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