jueves, 30 de octubre de 2014

La Salle trae al país a Alexander Schejtman, considerado autoridad latinoamericana en Agricultura Familiar

 PANORAMA DE LA AGRICULTURA FAMILIAR EN COLOMBIA Y EN LA REGIÓN  


                   

·         En América Latina y el Caribe, 81.3% de las explotaciones agrícolas son de Agricultura Familiar (AF), con alrededor de 16.5 millones de explotaciones que albergan 60 millones de personas.
·         La superficie ocupada por la AF en América Latina y el Caribe corresponde al 23% del suelo con vocación agropecuaria, y producen alrededor del 50% de los alimentos.

·         En Colombia de las 2.021.895 explotaciones agrícolas, 1.584.892 pertenecen a explotaciones de Agricultura Familiar, correspondiendo al 78,4% del total de explotaciones.

·         Algunos estudios señalan que la AF en Colombia produce entre el 50 y el 60% de los alimentos de la canasta básica y emplea al 57% de la población rural.


·         De los 11 millones de colombianos que viven en las zonas rurales, 9 millones pertenecen a la AF, y el 80% son pobres.


Este es el Año Internacional de la Agricultura Familiar. Así lo declaro la Asamblea de Naciones Unidas con el propósito de promover la conciencia internacional y trabajar en objetivos como la erradicación del hambre, la reducción de la pobreza rural, el desarrollo sostenible de las zonas rurales, la seguridad alimentaria y el desarrollo más equitativo y equilibrado del mundo rural. Justamente la Agricultura Familiar es el tema central del Simposio en Agronegocios que realizará la Universidad de La Salle este viernes 17 de octubre de 8 am a 4 pm en la sede norte de la institución. (Carrera 7 No. 172--85)

Uno de los momentos más relevantes del evento será la intervención de Alexander Schejtman, invitado internacional, proveniente del RIMISP – Chile (Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural), quien abordará los Vínculos entre Agrícultura Famiilar y el Desarrollo Rural con enfoque Territorial. Schejtman considerado autoridad latinoamericana en el tema revelará interesantes cifras y compartirá experiencias exitosas en la región.

Agricultura familiar

“Entre las diferentes definiciones que se han planteado, podemos entender a la Agricultura familiar (AF) como un sistema de producción, en el que se desarrollan actividades agrícolas y no agrícolas, ya sea dentro o fuera de la Unidad Productiva, donde la propiedad, la gestión y el trabajo son predominantemente familiares. Produce tanto para el autoconsumo como para el mercado. La fuerza de trabajo la aporta principalmente la familia, empleándose ocasionalmente mano de obra contratada, y los ingresos provienen principalmente de las actividades agropecuarias”, explica Wilson Vergara, Docente de la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la Universidad de La Salle.

Para la FAO la definición de Agricultura Familiar es “una forma de organizar la agricultura, ganadería, silvicultura, pesca, acuicultura y pastoreo, que es administrada y operada por una familia y, sobre todo, que depende preponderantemente del trabajo familiar, tanto de mujeres como hombres. La familia y la granja están vinculados, co-evolucionan y combinan funciones económicas, ambientales, sociales y culturales.” (FAO. 2014).

En América Latina, la expresión Agricultura Familiar (AF) fue reconocida oficialmente en el año 2004, con la creación de la Reunión Especializada de Agricultura Familiar (REAF) para referirse a una categoría de explotaciones agrícolas que esencialmente se fundamentan en el uso predominante de la mano de obra familiar, quienes gestionan directamente la producción en pequeñas unidades productivas. 

Vergara reitera que “diversos estudios han reconocido que en América Latina, la AF presenta un alto grado de heterogeneidad, y por lo tanto se han desarrollado muchas definiciones que aparte de las características principales destacan la residencia en la explotación, la sucesión generacional, el bajo nivel tecnológico y el carácter predominante de semi-subsistencia”.

Panorama de la AF en la región y en Colombia

“Los procesos de globalización que imperaban en América Latina a finales de la década de los noventa derivaron en la implementación de reformas que tendían a reducir o a eliminar las ayudas a los productores de la AF. De este modo la apertura de mercados favoreció a los agricultores capitalistas que poseían más tierra, capital financiero e información especializada, ampliando la brecha con la AF. En la década del 2000 sin embargo, se comenzó a prestar mayor atención a este sector, que no obstante los impactos del sistema capitalista persistían, exhibiendo grandes fortalezas”, explica Vergara.

Esta resiliencia de la AF se basa en sus “microeficiencias”, muchas veces subestimadas, cuando no ignoradas, en las políticas públicas. Sus conocimientos ancestrales sobre el territorio y el contexto agroecológico, la implementación de una agricultura de alto valor, de gran diversidad y poca dependencia de insumos externos a la finca, la utilización de mano de obra familiar abundante, flexible y con mayor grado de compromiso, y un perfecto control de los recursos: tierra, agua, y material genético, le permiten una amplia flexibilidad y adaptación a la AF, que se constituye en la clave de su persistencia.

Las contribuciones de la AF a la sociedad global son enormes por sus aportes a la seguridad alimentaria mundial, la producción de alimentos tradicionales, la generación de empleo, la cultura e identidad de los pueblos, la conservación de los recursos naturales y la biodiversidad. Por ejemplo en América Latina y el Caribe, 81.3% de las explotaciones agrícolas son de AF, con alrededor de 16,5 millones de explotaciones que albergan 60 millones de personas. La superficie ocupada por la AF en América Latina y el Caribe corresponde al 23% del suelo con vocación agropecuaria, y producen alrededor del 50% de los alimentos.

“En Colombia de las 2.021.895 explotaciones agrícolas, 1.584.892 pertenecen a explotaciones de Agricultura Familiar, correspondiendo al 78,4% del total de explotaciones. De los 51 millones de hectáreas de uso agropecuario en Colombia, cerca de 7 millones corresponde a AF, para un promedio de 4,48 hectáreas por unidad productiva familiar. Algunos estudios señalan que la AF en Colombia produce entre el 50 y el 60% de los alimentos de la canasta básica y emplea al 57% de la población rural. De los 11 millones de colombianos que viven en las zonas rurales, 9 millones pertenecen a la AF, y el 80% son pobres”, señala Vergara.

La heterogeneidad de AF se deriva de las diferencias en la dotación de factores productivos, principalmente tierra y agua, y de bienes públicos como infraestructura y educación. Esto ha generado tipologías que van desde la agricultura de autoconsumo y subsistencia, hasta aquella agricultura que genera excedentes y se inserta perfectamente en los mercados. Generalmente la AF se clasifica en tres categorías: agricultura familiar de subsistencia, agricultura familiar en transición y agricultura familiar consolidada.


Cifras importantes

·         La Agricultura Familiar de Subsistencia (AFS), en la que predomina el autoconsumo, el empleo extra parcelario agrícola y no agrícola, y una tendencia a la “descomposición y asalarización”, es la de mayor predominancia en América Latina. Alrededor del 60% de las explotaciones en la región están en el segmento de AFS con una muy baja productividad, ya que solo producen el 20% del total de la producción de la AF.

·         En Colombia la AFS corresponde a 79.4% del total de explotaciones en AF. Generalmente se localizan en suelos pobres de ladera, sin agua y sin acceso fácil a los mercados.

·         La Agricultura Familiar en Transición (AFT) posee mayores recursos agropecuarios para el autoconsumo y la venta, aunque, si bien son suficientes para la reproducción de la unidad familiar no alcanzan para generar excedentes para una reproducción ampliada. A este segmento pertenece el 28% de las explotaciones y producen el 30% del total de la AF en América Latina. En Colombia la AFT corresponde al 12.9% del total de predios de AF.

·         En el otro extremo se encuentra la Agricultura Familiar Consolidada (AFC), que dispone de un mayor potencial de recursos agropecuarios que le permiten generar excedentes para la capitalización de su vida productiva. En América Latina corresponden al 12% del total de predios de AF, los cuales responden por el 50% de la producción en AF. Llama la atención que en Colombia es tan solo el 7,7% del total de la AF.

·         Estas cifras evidencian que la agricultura familiar consolidada es muy productiva, incluso en comparación con la agricultura netamente capitalista de mediana y gran escala, que utiliza mano de obra preponderantemente asalariada. La razón fundamental subyace en una mayor disposición de factores productivos, bienes públicos y acceso a los mercados. La AF logra una mayor productividad pese a que sus dotaciones de tierra y capital son deficientes en comparación con la agricultura capitalista. La mano de obra familiar le otorga ventajas en la flexibilidad productiva que le ha permitido resistir y adaptarse al avance del capitalismo global.

·         La agricultura de subsistencia confronta dificultades aún mayores. La gran proporción de este segmento de AF es un fenómeno de exclusión que devela la ausencia del Estado y su olvido por el mundo rural. Las fallas en la estructura institucional ha favorecido la concentración de la tierra en Colombia, dejando a la gran mayoría de los productores familiares gravitando en la periferia, sin acceso a bienes públicos y desconectados de los mercados.

·         En el caso colombiano, la evidencia empírica mostrada por el reciente estudio de José Leivovich ha confirmado que cuando los pequeños productores poseen información especializada, transporte, créditos, derechos de propiedad, contratos de compraventa, riego y otros bienes públicos, su productividad se multiplica. En general este estudio demostró que los pequeños productores logran ser más productivos que los grandes por unidad de área, pero sus tierras son insuficientes y, en consecuencia, en ellos se aloja la mayor parte de la pobreza rural colombiana.

“El año internacional de la agricultura familiar es una buena razón para reflexionar en Colombia sobre estas cifras que revelan la gran importancia del tema, más ahora con el actual proceso de paz, ya que no se puede ignorar a nueve millones de colombianos, cuyo mayor activo es su mano de obra familiar, con la que ponen en nuestra mesa el 50% de los alimentos que comemos, son responsables de una cultura invaluable y de la gestión de un patrimonio natural que son la mayor herencia para las futuras generaciones de colombianos”, concluye Vergara.   

                                                                                                                                                                                                   

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