viernes, 20 de septiembre de 2024

  TROMBOFLEBITIS: CUANDO LAS VÁRICES SE COMPLICAN 

     La tromboflebitis es una afección que puede ser identificada y tratada eficazmente si se detecta en sus etapas iniciales.

     Conocer los factores de riesgo y adoptar medidas preventivas es crucial para reducir la incidencia de esta enfermedad.

La tromboflebitis es una condición médica que se caracteriza principalmente por la inflamación de una vena, debido a la formación de un coágulo sanguíneo en su interior. Esta condición puede ocurrir en las venas superficiales, comúnmente en las piernas, aunque también puede afectar venas más profundas, en cuyo caso se denomina trombosis venosa profunda (TVP). Los síntomas pueden incluir enrojecimiento, hinchazón, dolor y sensibilidad en la zona afectada.

El riesgo de esta patología aumenta significativamente después de los 45 años y hay una incidencia mayor en hombres en comparación con las mujeres. Algunos de los factores de riesgo para desarrollar coágulos son haber tenido fractura, lesión muscular o cirugía en áreas cercanas a las venas o que involucre la vena afectada explica el cirujano endovascular Alberto Muñoz Hoyos.  “Los pacientes en cama, de movimiento limitado, en recuperación o sedentarios, también están en riesgo de desarrollar la condición, así como las personas que acostumbran realizar viajes largos por aire o por carretera” agrega el especialista.

Factores de riesgo

La tromboflebitis puede ser provocada por una variedad de factores, entre los que se incluyen:

Inmovilidad prolongada: períodos largos de inactividad, como viajes largos en avión o cama, pueden aumentar el riesgo.

Cirugías recientes: procedimientos quirúrgicos, especialmente los que implican inmovilización postoperatoria.

Traumatismos o lesiones: golpes o lesiones que afecten las venas.

Enfermedades crónicas: condiciones como el cáncer o trastornos de la coagulación.

Historia familiar: antecedentes familiares de enfermedades trombóticas.

Síntomas y diagnóstico

Los signos de la tromboflebitis pueden variar, pero los más comunes son:

Dolor y sensibilidad en la zona afectada, que puede ser una pierna o brazo.

Enrojecimiento e hinchazón de la piel que puede tornarse roja.

Calor localizado con sensación de calor en el área afectada.

El diagnóstico de tromboflebitis generalmente implica una evaluación clínica seguida de estudios de imagen como ultrasonido Doppler, que permite visualizar el flujo sanguíneo y la presencia de coágulos.

El tratamiento de la tromboflebitis puede incluir medicamentos anticoagulantes para prevenir la formación de nuevos coágulos y reducir los existentes, terapias compresivas como el uso de medias de compresión para mejorar el flujo sanguíneo, y en casos graves, intervenciones quirúrgicas para retirar el coágulo. Es fundamental un cuidado integral del paciente, que incluya programas personalizados, educación y seguimiento continuo.

La prevención es clave para reducir la incidencia de tromboflebitis. Promover estilos de vida saludables y ofrecer programas educativos orientados a la detección temprana y manejo de factores de riesgo son medidas esenciales. Mantener una actividad física regular, evitar la inmovilización prolongada y seguir las indicaciones médicas tras cirugías o tratamientos prolongados son prácticas recomendadas para prevenir esta afección.

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