martes, 23 de enero de 2024

  CONEXIONES INESPERADAS: LA INFLUENCIA DEL SISTEMA DIGESTIVO EN LA SALUD MENTAL 

Aunque parezca un tema que a simple vista no tenga una conexión clara, en los últimos años han existido investigaciones sobre la estrecha conexión que existe entre el intestino, el cerebro y las emociones, en donde la microbiota intestinal cumple un papel crucial.

La microbiota intestinal, es un conjunto de bacterias y microorganismos en el intestino humano que realiza una relación simbiótica beneficiosa y esencial para la digestión y metabolización de nutrientes. Según la gastroenteróloga María Teresa Galiano, adscrita a Colsanitas, la microbiota es esencial para el bienestar humano, ya que aproximadamente el 90% de nuestro organismo está compuesto por ella, y su alteración puede desencadenar diversas enfermedades, incluido el cáncer.

“Una microbiota intestinal saludable se caracteriza por ser diversa, estable, funcional y simbiótica, lo que significa que puede convivir armónicamente con el resto del organismo, pero si se altera y se rompe el equilibrio, puede dar lugar a malestares gastrointestinales diversos”, comenta la doctora Galiano.

Las investigaciones sobre la relación entre la microbiota y trastornos de salud mental son variadas, aunque la mayoría se ha realizado en animales, especialmente ratones, lo que dificulta obtener resultados concluyentes en humanos, algunos estudios sugieren que la microbiota intestinal puede afectar las características neurobiológicas de la depresión.

La conexión entre el intestino y el cerebro se conoce como el eje microbiota-intestino-cerebro, donde los gérmenes en simbiosis tienen diversas funciones, incluida la estimulación de vías nerviosas desde el intestino hasta el cerebro. Esta comunicación bidireccional entre el intestino y el cerebro, según la doctora Galiano, puede generar salud o enfermedad.

Es crucial comprender esta comunicación, ya que enfermedades funcionales como el síndrome de colon irritable, la colitis ulcerativa y problemas digestivos frecuentes a menudo están asociados con trastornos emocionales. Además, la producción de neurotransmisores como la dopamina y la serotonina en las vías digestivas conectan aún más al intestino y al cerebro. Una microbiota alterada puede afectar la producción de estos neurotransmisores, desencadenando problemas intestinales que, a su vez, pueden ir acompañados de ansiedad o depresión.

Es importante tener en cuenta que, aunque se ha establecido la relación entre la microbiota y la salud mental, faltan datos para comprender cómo intervenir. Por otro lado, una alimentación rica en fibra, la reducción de grasas saturadas, el ejercicio regular y el bienestar emocional son fundamentales. “Es importante mantener hábitos saludables para promover la diversidad, estabilidad, funcionalidad y simbiosis en la microbiota intestinal, así como para mejorar la salud mental”, concluye Galiano.

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