● Se calcula que en 2050 la población mundial alcanzará los 100.000 millones de personas y “necesitaremos el equivalente a 3 planetas para vivir al ritmo de vida actual”, expone Susana Muñoz, Profesora de OBS Business School.
El último informe de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo advierte que la situación de emergencia en Colombia alcanza niveles críticos, con 21 incendios forestales activos en diversas regiones del país, desde Cumaribo (Vichada) hasta Guarne (Antioquia). A esto hay que sumarle que "el mes de febrero será un mes especialmente seco, con temperaturas más altas", como advirtió la directora del Ideam, Ghisliane Echeverry.
Este panorama pone de manifiesto la importancia de actuar ante el calentamiento global, ya sea desde el ámbito individual o presionando a las empresas a través del comportamiento del consumidor y su consciencia para tener nuevas prácticas empresariales realmente sostenibles y de impacto. “Deberíamos poner los límites planetarios en el centro del mayor y más estratégico nivel de gobierno que tenemos en el mundo, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas”, expusó Rockstrom hace 3 años, cuando se realizaba el lanzamiento del documental Romper los límites: La ciencia de nuestro planeta.
Es aquí donde entra un actor clave en las consecuencias del cambio climático: la producción insostenible, especialmente en términos de emisiones de gases de efecto invernadero y agotamiento de recursos naturales, contribuye significativamente al cambio climático. Es por esto que es crucial adoptar prácticas más sostenibles para mitigar estos impactos ambientales. Al respecto, Susana Muñoz, Profesora de OBS Business School, expone que “necesitamos cambiar el modelo actual de producción y consumo para lograr la eficiencia en la gestión de los recursos naturales disponibles. Para ello necesitamos una visión global sobre el problema y actuar en todos los focos posibles”.
10 acciones de producción y consumo responsables
Teniendo en cuenta
la perspectiva de Muñoz, estos pueden ser puntos clave que realicen las
empresas para unirse al compromiso de producción sostenible:
- Reducción del
desperdicio alimentario: Colaboración con
diferentes actores para reducir la cantidad de alimentos desperdiciados en
la cadena de suministro.
- Promoción de la
eficiencia energética y renovable: Uso
responsable de la energía y adopción de fuentes renovables para disminuir
el impacto ambiental.
- Optimización del uso del
agua: Implementación de medidas para usar el agua
de forma eficiente y reutilizarla cuando sea posible, reduciendo el
desperdicio.
- Minimización de la
contaminación y residuos: Acciones para reducir
la emisión de contaminantes y la generación de residuos en los procesos de
producción y distribución.
- Diseño de productos
ecoeficientes: Desarrollo de productos y
servicios que minimicen su impacto ambiental durante todo su ciclo de
vida.
- Retiro de productos no
sostenibles: Identificación y eliminación del
mercado de productos con alto consumo de recursos o impacto ambiental.
- Promoción de la
durabilidad de los productos: Fomento de la
durabilidad y reparabilidad de los productos para reducir la generación de
residuos.
- Apoyo a la innovación
ecológica: Inversión en tecnologías y prácticas
empresariales que contribuyan a la protección del medio ambiente.
- Conservación de la
biodiversidad: Evaluación y minimización de los
impactos negativos en la biodiversidad y los ecosistemas.
- Comunicación de acciones sostenibles: Elaboración y divulgación de informes que documenten las acciones de sostenibilidad de la empresa, promoviendo la transparencia y rendición de cuentas.
“Alcanzar niveles aceptables de producción y consumo responsables requiere una mirada global y la puesta en práctica de medidas reales. Requiere realizar un análisis de necesidades y riesgos en materia de extracción de materias primas e involucrar a los países menos desarrollados”, afirma Muñoz. Sin embargo, la clave para estabilizar el planeta no sólo está en las empresas; como consumidores podemos cambiar nuestros hábitos de consumo y evitar estas acciones según la experta:
- La
obsolescencia programada: diseño intencionado de un producto para que
falle o acorte su tiempo de uso y deba ser sustituido por otro. Es una
práctica que ha sido considerada legal aunque resulta anti ética, puesto
que favorece la compra de un nuevo producto (innecesaria si fuera un
producto de alta durabilidad) generando residuos procedentes de los
artículos desechados. Paradójicamente, existe tecnología para contar con
artículos de alta durabilidad, sin que sea empleada porque perjudica las
ventas de los fabricantes.
- El
green washing: Etiquetado o comunicación sostenible sin que realmente lo
sea. En muchas ocasiones, las etiquetas de algodón orgánico o producción
sostenible esconden realidades que no se corresponden con la información
transmitida al consumidor, con el objetivo de ser preferidos por estos
criterios o para inflar los precios.
- El fast
fashion:
fenómeno por el que la industria de la moda ofrece al consumidor la
posibilidad de acceder a prendas novedosas, a precios asequibles, de
manera adicional a las tradicionales colecciones de primavera, verano,
otoño e invierno. Esto genera en el cliente una necesidad constante de
seguir las tendencias y adquirir nuevos productos, desechando los
anteriores e incrementando los residuos.
- El
desperdicio alimentario: La pérdida de alimentos se produce en las
cosechas, los almacenes, los medios de transporte, los comercios y el
hogar. Naciones Unidas considera este fenómeno como un riesgo para el
cambio climático, la sostenibilidad de la agricultura, los medios de subsistencia
humanos y los suministros de alimentos.
- No realizar prácticas de reciclaje, en ciudades, industrias, comercios y hogares.
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